20.5.12

LA PEQUEÑA PAPELERÍA DE MI BARRIO


- Querría un rotulador permanente, finito, de color blanco.
- Claro, voy a buscarlo... Mhh, deben estar por aquí...
- Esto que suena es...
- Nat “King” Cole.

Me sonríe al ver que le pregunto por la música y le devuelvo la sonrisa. El mostrador está abarrotado de papeles llenos de polvo y las paredes están cubiertas por montones de cajas, formando torres que llegan hasta el techo. El abuelito va a buscar el rotulador que le he pedido y, mientras se abre paso entre su refugio de cartón, va tarareando la letra de la canción y añadiendo el ritmo del bolero a sus pasos como si yo no estuviera allí. Me doy cuenta de que no lo encuentra pero la verdad es que no me importa. De hecho, hace rato que veo los rotuladores pero no le he dicho nada; me gusta verlo bailar entre tanto desastre. Quizá su caos no sea nada más que un orden que todavía no puedo comprender.

- ¡Aquí están! Discúlpame. Espero que al menos Nat “King” Cole te haya amenizado la espera. 

Estamos a mediados de mayo y el sol brilla con fuerza fuera de esa madriguera. Vuelvo a casa jugando con el rotulador en la mano, contagiada por el ritmo del bolero y por su sonrisa. Estoy a punto de ponerme a bailar aquí en medio, se me van los pies, las caderas, no lo puedo controlar... Imagino el mundo entero como mi refugio personal, como el lugar en el que puedo sentirme libre y sentir que todo puede fluir conmigo. Sé que hay personas que no me entienden. Me miran y no comprenden porqué me gusta bailar entre tanto caos. Quizás mi caos no sea nada más que un orden que ellos todavía no pueden comprender. Quizás...